El mundo se reactiva. Noto más movimiento en el trabajo, también en la calle. Los negocios que ayer abrían con timidez van reencontrándose, tanto a sí mismos como con los consumidores. Lo que quedó tapado y pendiente ¡hasta más ver! comienza poco a poco a aflorar. Otra vez, como movidos por los hilos invisibles del titiritero, la gente actúa más o menos al unísono y tras el atracón callejero del fin de semana, toca no dilatar más la procrastinación de las obligaciones.
La llegada del buen tiempo marca una especie de borrón y
cuenta nueva. Se acabó lamernos las heridas. Empezamos, nos reiniciamos y aunque
sea con mascarilla, iremos a la peluquería, a la ferretería, a ver a los nuestros.
Abriremos la agenda para revisar el mes de marzo… Ya es hora de retomar todo aquello que dejamos a medias (y no pocas veces
encantados de la vida).
Y en este contexto,
vislumbro que el fin de la pesadilla podría estar cerca. Es pura especulación, no tengo ningún dato, pero
se me ocurre que casi con la misma repentina violencia con la que detuvo el
mundo, el Covid desaparecerá de
puntillas, antes de que nos demos cuenta. Me viene a la cabeza una imagen: caminas
por la calle y llevas el paraguas abierto sin notar que hace unos segundos que
dejó de llover y eres casi la única que no lo ha cerrado, ensimismada en tus
pensamientos.
Como decía, es sólo intuición con lo que cuento para especular sobre la pronta desaparición
del Covid y la casi vuelta a la vida de antes. Porque no veo en absoluto las
mamparas en los bares, las salas de medición de temperatura en los hoteles, los
cines y los teatros con sillas vacías separando espectadores… Pero si creo que pronto los titiriteros moverán sus hilos motivados por otras actividades, aquellas que dan más dinero.
Aquí va la apuesta. Esta
vez, me encantaría tener razón y ganarla.
Hoy en España: 219.329
total diagnosticados, 25.613 muertos, 123.486 curados
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