Tras 10 semanas seguidas de encuentros con mis vecinos de enfrente, era el momento de celebrarlo. Habíamos comenzado esta aventura nerviosos y estupefactos, acercándonos las viandas con el palo de una escoba y en platos de plástico que luego tirábamos. Fuimos ganando confianza y cada día, tras los aplausos a los sanitarios, preparábamos el terreno: una mesita en el rellano y cada pareja se sentaba en su puerta (más de 4 metros de distancia). Del inicial intercambio de jamón y un poco de queso, pasamos pronto a sumergimos en una extraordinaria y motivadora competición de tapas, dignas algunas de ellas de un concurso en toda regla. Hemos compartido, durante casi 70 días seguidos, ensaladas y ensaladillas rusas, sorbitos de caldos y cremas, embutidos, alcachofas en numerosas versiones, fideuás, medias noches, sándwiches, gambones al curry, pizzas caseras, pistos variados, tortillas, espárragos, pasteles de pescado, croquetas, mini hamburguesas, chocolate, quesos, vinos, gin tonics... de todo.
Pero lo mejor ha sido que
no solo nos hemos reído y relajado, como es natural cuando se “tapea”; lo
reseñable es que estas citas de una hora cada día han sido una terapia extraordinaria.
Ambas partes hemos hecho un enorme esfuerzo para mantenernos equilibrados, para
expresar nuestras dudas e inquietudes, esas que iban evolucionando al compás de
la pandemia. Hemos tenido tiempo también para especular sobre el futuro, la dichosa “nueva normalidad”. Hemos hablado sobre las hipotéticas fechas para el fin de la
pesadilla (todas fueron retrasadas). También hemos sabido estos días de tragedias cercanas y ajenas, de noticias positivas, de soluciones que algunos
aplicaban y que no se nos habían ocurrido. Recuerdo cuando aún no teníamos
mascarillas y algunas llegaron a mi puerta junto a las viandas; cuando nos desmayamos (literal) impactados por los datos, cuando hablábamos
de las personas enfermas, de los grupos profesionales que se quedaban sin
trabajo, de las ruedas de prensa, de las medidas adoptadas, del barrio, de los
infinitos daños colaterales de esta situación que todavía nos cuesta creer que no sea un mal sueño.
Y mientras, ha crecido
nuestro respeto y cariño por quienes viven a nuestro lado. Podemos contar con
ellos, ellos saben que cuentan con nosotros. Y es emocionante.
Ayer brindamos por la
Fase1 y dimos finalizados los encuentros de descansillo. Lo que hemos vivido estos días, puerta frente a puerta, es irrepetible y
quedará en nuestras retinas como algo excepcional que ya es parte indeleble de nuestras
vidas.
¡Intercambio de bandejas!
Hoy en España: 235.037 total diagnosticados, 28.752 muertos, 150.376 curados
Hoy en España: 235.037 total diagnosticados, 28.752 muertos, 150.376 curados
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