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jueves, 23 de diciembre de 2021

Variante Ómicron: no hay manera

Vacunación: tercera dosis

¿Cómo empezar para hablar otra vez de la pandemia de Covid? ¿Cómo escribir sin aburrirse a uno mismo sobre contagios,  mascarillas, restricciones, vacunas, toques de queda,  antígenos, negacionistas, pasaportes Covid, distancia social, etc.?  Pero es que aquí estamos de nuevo y esta vez con nueva palabrita para añadir a nuestro ya largo diccionario de terminología Covid: Ómicron. Se trata de una nueva variante del virus que esta vez nos ha llegado, al parecer, de Sudáfrica.  Y lo ha hecho batiendo todos los récords de contagios hasta ahora conocidos. En España hemos pasado de una incidencia mínima de 49 casos por cada 100.000 habitantes registrada el pasado 17 de octubre a nada menos que 852 el 22 de diciembre. De 1.538 contagios diarios comunicados en aquella fecha a 72.714 hoy. Y según escribo estas letras el crecimiento exponencial sigue y sigue y sigue.  La única buena noticia es que la nueva versión, la ya universal Ómicron, se está portando con más educación, es más suave y su capacidad letal está resultando relativamente baja, menos de 50 muertes diarias, muy lejos de aquellos días de pesadilla en marzo o abril de 2020 cuando hablábamos de centenares un día tras otro, sin dar crédito a lo que estábamos contemplando, sin siquiera recursos  para velarnos ni enterrarlos. 
y precaución. 

Me quedo en blanco intentando aportar alguna reflexión, algún pensamiento que merezca la pena escribir, porque es tedioso recapitular para incidir en esta pandemia que no deja de protagonizar nuestra cotidianidad. Nos hemos vacunado hasta por tercera vez, nos hemos acostumbrado a llevar la mascarilla, a ponérnosla para entrar en un restaurante y a continuación quitárnosla en la mesa,  sintiéndonos a salvo con las personas allegadas. Habíamos empezado a viajar,  incluso a retomar tímidos abrazos e incluso algunos besos (confieso que yo ya para besos al aire no estoy mucho, no me apetecen). Hace apenas un par de semanas, sintiéndonos casi a salvo,   los “virtuosos” ciudadanos no dejábamos  de darnos la razón exponiendo nuestra incomodidad respecto de aquellos que se declaran disidentes y afirman ser libres de no vacunarse.

Y ahora, en un instante,  se ha liado de nuevo. Quien en este momento no tenga un amigo, primo, cuñado, compañero de trabajo, vecino o conocido en cuarentena por positivo de Covid es que vive en Marte. Estamos todos, sin remedio,  implicados en esta sexta ola,  deshaciendo planes, cenas, comidas, viajes y todo tipo de eventos. Porque sí, seguimos con miedo, no apetece nada contagiarse ahora, menos cuando parecía que estábamos en la recta final. Y nos vamos encerrando, encontrando justificación a nuestro deseo de no ver a nadie, porque a veces, con tanto ruido, con tanta polémica, ante tanta contradicción, dan ganas de echar el cerrojo y ni sidra, ni champán, ni langostinos, ¡qué le den a todo!. Lo hablaba con mi amiga PH, pero ella, siempre con ganas de gente, me decía que para estar solo siempre hay tiempo, que no tiene ninguna duda de que hay que seguir esforzándonos en no estar solos, en compartir, incluso aunque organizar sea cansado, haya riesgos y se nos  quiten las ganas. Y creo que tiene razón. Me arreglaré para Navidad. Con mascarilla de fiesta