Hoy
me ha llegado una nota desde Helsinki hablando de Sisu, un término que
los finlandeses utilizan para describir el carácter nacional. Alude a la fuerza
de voluntad, la tenacidad, la fortaleza y la resiliencia (¿cómo he osado vivir
ajena a esta última palabra?).
Con
Sisu o “con agallas” es posible soportar y contrarrestar momentos difíciles mediante
acciones atrevidas, sobre el papel inverosímiles. Es una actitud mental que aporta el coraje requerido para afrontar activamente los cambios
y obstáculos que salen al encuentro a lo largo de nuestras vidas.
Me
ha gustado mucho conocer la existencia del Sisu. Casualmente, llevaba
días pensando en la importancia de lo que llamamos “fuerza de voluntad”, porque
me parece un recurso muy necesario para resistir en momentos como estos en los
que, “acochinados” en la tablas de nuestros
hogares, no es difícil sucumbir a los hechizos de la indolencia. Hace falta tesón y ganas para
levantarse cada día temprano si no te espera el reloj de fichar, para usar el
mantel o ponerte algo diferente al chándal. También para seguir en contacto con
la realidad, los amigos, los problemas y
las novedades. Para cuidarte.
Quizá
la “fuerza de voluntad” no sea del todo
equivalente a ese Sisu finlandés.
En nuestra cultura mediterránea poseer “fuerza de voluntad” es algo que solemos entender como una cualidad
individual, un rasgo de personalidad que, en general, suscita admiración entre quienes
dicen no tenerla (yo creo que es más cuestión de cultivarla que de tenerla). Por
su parte, los finlandeses consideran Sisu como un atributo colectivo que los acompaña en su orgullo de
país. Me dan un poco de envidia, bastante.
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