El
Covid 19 es un mal bicho. Ataca a escondidas, no atiende fronteras, escoge a
sus víctimas, discrimina por edad y sexo. Lo hace él solito, sin necesidad de
instrucciones. A su disposición estamos los humanos, que nos defendemos desde
casa, maniatados y a expensas de las decisiones e intereses de los organismos
internacionales, los gobiernos, sus líderes y, un poco, nuestros vecinos. Y en
estas decisiones sí interviene el factor suerte, porque desde luego que no es la misma la que
tenemos los españoles, los
mejicanos o los alemanes. Basta con
observar algunos datos. México: 10,2% de letalidad; España: 11,9 %, Alemania: 4,4%.
Entre
los muchos disparates que han pasado de ser memes a catástrofes -de nuevo el
factor suerte- quiero recordar algunos, para que no se me olviden:
-El
desinfectante de Trump. A golpe de tuit se le ocurrió que si el desinfectante
funcionaba en la suela de los zapatos, por qué no incluirlo en los
tratamientos. Más de uno se bebió la lejía y hubo que hospitalizarlo. Las
autoridades tuvieron que avisar a la población para que no tomaran al pie de la
letra la gran idea de su presidente. En
EEUU, más de 82.000 fallecidos a fecha de
hoy.
-El
constipadito de Bolsonaro. Al inicio de la pandemia no pocos hombres de estado, también algunos "expertos", calificaron el coronavirus como gripe leve. Nos lo quisimos
creer porque siempre gustan más las noticias cómodas que las catastróficas,
pero en Brasil ya sabían cómo estaban evolucionando las cosas cuando su
presidente insistía que se trataba tan solo de un constipadito. En Brasil, más de 12.000
fallecidos a fecha de hoy.
-Boris
Johnson y el contagiémonos. El primer
ministro británico también se lució. Mejor entremos en contacto con el virus
e inmunicémonos todos, que para eso
somos el Imperio británico. Le salió tan bien que casi la palma contagiado por
el Covid. En el Reino Unido, más de 32.000 fallecidos a fecha de hoy.
-La
negligencia del director del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. El 10 de marzo, este “lumbrera” estableció una limitación en el uso de mascarillas de los trabajadores del hospital, porque consideraba que verlas alertaba demasiado a la población. A fecha de hoy, 267 de sus profesionales de
baja por contagio en una plantilla de 5.337.
A
estas graves irresponsabilidades se añaden fiestas privadas, jóvenes en el parque haciendo
botellón o feligreses acudiendo en grupo
a sus lugares de culto en busca de milagros.
Pero entre todos estos despropósitos
me quedo con los protagonizados por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Diaz-Ayuso. A saber: menús de Telepizza y Coca
cola para los escolares sin recursos (“¿A qué niño no le gusta la Coca-cola”?);
sus ausencias en reuniones de estado para ir a una misa o a un acto que estima
favorable a su imagen; sus posados de fotos en modo doliente; su total pasotismo de la
distancia social cuando se desmanteló IFEMA y lo celebró con una conga para
después comentar: “IFEMA ha
demostrado que en los hospitales que tienen techos altos los pacientes sanan
muy bien". Pero Díaz Ayuso es capaz de rizar el rizo y nos brinda otra
frase de auténtica traca: "Este virus se llama COVID-19 porque es
coronavirus-diciembre-19. Porque circuló por todas partes desde el mes de
diciembre y por eso el nombre de la enfermedad". Mientras, en Madrid van 70.227
positivos, 8.760 fallecidos a fecha de hoy.
Lo
dicho, algunos tienen suerte y están en Alemania. Otros en Madrid.
Hoy
en España: 228.691 total diagnosticados, 27.104 muertos, 140.823
curados
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