No sé cómo, pero llegué navegando a un artículo en el periódico La Nación titulado “Ese
vértigo de hacer listas en la vida, el arte y la literatura” y lo leo con curiosidad pues el tema de las listas me interesa.
En parte, porque hace tiempo me dejó pensativa una entrevista en la que un joven artista (no recuerdo quien) criticaba a las personas que hacen listas identificándolas con el grupo de aburridos burgueses con vida organizada: la compra, los cumpleaños, los deberes cotidianos… Me llegó al alma, pues una de las actividades con las que a menudo estreno el día es la de revisar o crear listas. El mencionado joven asimilaba tener una lista pendiente a estar encadenado a la misma y, en consecuencia, perder la capacidad de improvisar o mejor aún, de hacer lo que te da la gana cada día, conforme los estímulos o los hechos se suceden. No le faltaba razón y por eso lo recuerdo, las listas te sujetan a la realidad y hasta que no has tachado (check!) todos los ítems, parece que no puedes dormir bien.
Leo en el artículo de La Nación que éstas serían las listas que Umberto Eco (El Vértigo de las listas, Ed.Lumen) denominaba “domésticas” diferenciándolas de las listas literarias y artísticas. Y aquí es donde viene lo interesante; los numerosos casos de enumeraciones que aparecen en la literatura y, por extensión, también en ciertas pinturas (con fondos inacabables) sirven no sólo para evidenciar una enorme dimensión, también para recrear el efecto de infinito en algunas descripciones o para subrayar, por reiteración, un mensaje o una idea. Las listas, explica, ponen orden en el universo. Las listas clasifican.
Y lo mejor de todo, las fabulosas listas que menciona Eco en su escrito: la enumeración de las naves de los ejércitos que hace Homero en la Iliada; la serie de amantes de las que presume Don Giovanni en la ópera de Mozart; los catálogos de los Museos; las listas de adjetivos y objetos que aparecen en el Ulises de Joyce y muchas otras interesantísimas referencias (Borges, Neruda ...) que nos descubren la poética de las listas. Y esto me encanta, y me pone sobre la pista de otras muchas listas que menciona Eco.
Además, andaba yo dudando estos días del recurso de la repetición al darme cuenta que lo utilizo con frecuencia al escribir. Había reparado en que a menudo pongo tres interrogaciones, tres adjetivos, tres coletillas seguidas … y me preguntaba si no sería un recurso demasiado básico, evidencia de que estas crónicas son pura afición. Descubro que me regocijan las listas. Voy a prestarles más atención.
Nota: he encontrado un artículo que recoge una conferencia de Eco sobre el tema: El
vértigo de las listas
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