domingo, 31 de mayo de 2020
Crónica "Hola guapísimas". 31 de mayo
viernes, 29 de mayo de 2020
Crónica Sisu. 29 de mayo
Hoy
me ha llegado una nota desde Helsinki hablando de Sisu, un término que
los finlandeses utilizan para describir el carácter nacional. Alude a la fuerza
de voluntad, la tenacidad, la fortaleza y la resiliencia (¿cómo he osado vivir
ajena a esta última palabra?).
Con
Sisu o “con agallas” es posible soportar y contrarrestar momentos difíciles mediante
acciones atrevidas, sobre el papel inverosímiles. Es una actitud mental que aporta el coraje requerido para afrontar activamente los cambios
y obstáculos que salen al encuentro a lo largo de nuestras vidas.
Me
ha gustado mucho conocer la existencia del Sisu. Casualmente, llevaba
días pensando en la importancia de lo que llamamos “fuerza de voluntad”, porque
me parece un recurso muy necesario para resistir en momentos como estos en los
que, “acochinados” en la tablas de nuestros
hogares, no es difícil sucumbir a los hechizos de la indolencia. Hace falta tesón y ganas para
levantarse cada día temprano si no te espera el reloj de fichar, para usar el
mantel o ponerte algo diferente al chándal. También para seguir en contacto con
la realidad, los amigos, los problemas y
las novedades. Para cuidarte.
Quizá
la “fuerza de voluntad” no sea del todo
equivalente a ese Sisu finlandés.
En nuestra cultura mediterránea poseer “fuerza de voluntad” es algo que solemos entender como una cualidad
individual, un rasgo de personalidad que, en general, suscita admiración entre quienes
dicen no tenerla (yo creo que es más cuestión de cultivarla que de tenerla). Por
su parte, los finlandeses consideran Sisu como un atributo colectivo que los acompaña en su orgullo de
país. Me dan un poco de envidia, bastante.
Hoy en España: 236.906 total diagnosticados, 27.119 muertos, 150.376
curados
jueves, 28 de mayo de 2020
Crónica OMS. 28 de mayo
- DEMOSTRADO: Actualmente no existe ningún medicamento autorizado para tratar o prevenir la COVID-19. Aunque están en marcha varios ensayos de medicamentos, hasta el momento no se ha demostrado que la hidroxicloroquina ni ningún otro fármaco puedan curar o prevenir la COVID-19. El uso indebido de la hidroxicloroquina puede provocar graves efectos secundarios y problemas de salud e incluso causar la muerte. La OMS está coordinando los esfuerzos para desarrollar y evaluar medicamentos contra la COVID-19.
- ¿Hay algún medicamento para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus? Por el momento, no se recomienda ningún medicamento específico para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus (2019-nCoV). Sin embargo, es necesario atender adecuadamente a las personas infectadas por este virus para aliviar y tratar los síntomas y procurar medidas de apoyo optimizadas a los que presenten síntomas graves. Se están estudiando algunos tratamientos específicos que se probarán en ensayos clínicos. La OMS está ayudando a agilizar las labores de investigación y desarrollo con una serie de asociados.
- DEMOSTRADO: Añadir pimiento picante a la sopa u otras comidas NO previene ni cura la COVID-19.
- Las moscas domésticas NO transmiten la COVID-19
- DEMOSTRADO:Pulverizar lejía u otros desinfectantes
sobre el cuerpo o introducirlos en el organismo no protege la COVID-19 y puede
ser peligroso.
- Beber metanol, etanol o lejía NO previene ni cura la
COVID-19 y puede ser extremadamente peligroso
- DEMOSTRADO: Exponerse al sol o a temperaturas superiores a los 25o C NO previene la enfermedad por
coronavirus (COVID-19)
- DEMOSTRADO: Puede recuperarse de la enfermedad por
coronavirus (COVID-19). Contraer el nuevo coronavirus NO significa que vaya a
conservarlo de por vida.
- DEMOSTRADO: El hecho de poder contener la respiración
durante diez segundos o más sin toser o sentir molestias NO significa que no
tenga la enfermedad por coronavirus (COVID-19) o cualquier otra enfermedad
pulmonar.
- DEMOSTRADO: Beber alcohol no lo protegerá de la COVID19 y podría ser peligroso
- El virus COVID-19 puede transmitirse en zonas con climas cálidos y húmedos
- El frío y la nieve NO PUEDEN matar el nuevo
coronavirus (2019-nCoV)
- Bañarse en agua caliente no previene la infección por el nuevo coronavirus
- El nuevo coronavirus NO PUEDE transmitirse a través de
picaduras de mosquitos
- DEMOSTRADO: No deben utilizarse lámparas de luz
ultravioleta (UV) para desinfectar las manos u otras zonas de la piel.
- REALIDAD: los termómetros sin contacto NO detectan la COVID-19
- Comer ajo puede ayudar a prevenir la infección por el nuevo coronavirus? El ajo es un alimento saludable que puede tener algunas propiedades antimicrobianas. Sin embargo, no se han obtenido pruebas de que comerlo proteja contra el virus que causa el brote actual.
Nota: Desde el inicio de estas crónicas he incluido los datos diarios de contagiados, fallecidos y curados en España. Los primeros días, allá por marzo, fueron estremecedores: en apenas una semana pasamos de 9.000 contagiados y 300 fallecidos a 33.089 contagiados y 2.182 muertos. No hago recuento, los datos están ahí. Sin embargo, ya no es posible seguir la secuencia diaria, porque los criterios para contabilizar fallecimientos y contagios cambian más que el viento. Es lo que explica por qué algunos datos se repiten o se contradicen.
miércoles, 27 de mayo de 2020
Crónica Mary McCarthy. 27 de mayo
martes, 26 de mayo de 2020
Crónica Viejas historias. 26 de mayo
lunes, 25 de mayo de 2020
Crónica Tapas y Fase1. 25 de mayo
Tras 10 semanas seguidas de encuentros con mis vecinos de enfrente, era el momento de celebrarlo. Habíamos comenzado esta aventura nerviosos y estupefactos, acercándonos las viandas con el palo de una escoba y en platos de plástico que luego tirábamos. Fuimos ganando confianza y cada día, tras los aplausos a los sanitarios, preparábamos el terreno: una mesita en el rellano y cada pareja se sentaba en su puerta (más de 4 metros de distancia). Del inicial intercambio de jamón y un poco de queso, pasamos pronto a sumergimos en una extraordinaria y motivadora competición de tapas, dignas algunas de ellas de un concurso en toda regla. Hemos compartido, durante casi 70 días seguidos, ensaladas y ensaladillas rusas, sorbitos de caldos y cremas, embutidos, alcachofas en numerosas versiones, fideuás, medias noches, sándwiches, gambones al curry, pizzas caseras, pistos variados, tortillas, espárragos, pasteles de pescado, croquetas, mini hamburguesas, chocolate, quesos, vinos, gin tonics... de todo.
Hoy en España: 235.037 total diagnosticados, 28.752 muertos, 150.376 curados
viernes, 22 de mayo de 2020
Crónica Celebración. 22 de mayo
¡Enhorabuena! |
jueves, 21 de mayo de 2020
Crónica Limpieza de cajones. 21 de mayo
Hacer limpieza de cajones,
estanterías y armarios da mucha pereza. Es
una de las cosas a las que mejor aplica el verbo procrastinar, que tan de moda
se ha puesto. Porque cuando ya no encontramos el documento que buscamos o cuando
el cajón no cierra, empieza a encenderse
la luz roja que nos avisa de que esta vez ya sí, hay que “sanear”. No valen más
escusas. No más “procrastinación”
Con el “Quédate en casa” no
podemos justificarnos ni escondernos en eso de “en cuando tenga un ratito me
meto con la estantería”, no vale. Tiempo
tenemos, lo que nos falta es arrojo para enfrentarnos en frío a esos objetos
que, a veces queriendo y otras de forma
descuidada, permanecen como testigos de cargo de nuestras vidas. Ahí están, otra
vez, pero más amarillentos, esos viejos listines de teléfono que cada año actualizábamos
con los cambios de agenda y que abiertos al azar nos recuerdan a aquellos amigos,
compañeros de colegio o simplemente conocidos a los que hace décadas perdimos el rastro. O esos papelitos en los que un día
lejano apuntamos una cita o envolvieron
una golosina deliciosa; también la bisutería
envejecida, los informes médicos; un botón que nunca volvió a su ojal; unas
gafas con la graduación inservible; el posavasos de aquel hotel, el bolígrafo
sin capuchón o el capuchón sin bolígrafo; la moneda de otro país; el muelle de
no se sabe qué; varios clips oxidados, una caja de cerillas, o un mechero de
gasolinera….
Los cajones están llenos
de melancolía. Por sorpresa, aparecen también algunas fotos, alguna carta, una
postal … y ¡han pasado tantos años! Es
entonces cuando te transportas por unos
segundos y sonríes recordando a alguien que ya no está o a ti misma, cuando eras
otra. Lo curioso de estos ratos de limpieza
es la dificultad de decidir, por ejemplo, si ese pendiente que te gustaba tanto, pero
que lleva ni se sabe sin pareja, se queda en el cajón, otro año más amnistiado,
o le concedes el destino fatal de la papelera.
Muchas cosas, muchos
recuerdos, tantos años. Ganas dan de tirarlo todo, ¡borrón y cuenta nueva!
Hoy en España: 233.037 total diagnosticados, 27.940 muertos, 150.376
curados
miércoles, 20 de mayo de 2020
Crónica Bodas. 20 de mayo
Los hijos de los amigos se
casan. La vida sigue.
La boda de A y P era para
abril 2020. Cuando en marzo empezó la pesadilla creíamos ¡ay, inocentes! que habría
margen para superar la pandemia y en la fecha señalada nos pondríamos los tacones. De momento, la ceremonia
está aplazada hasta el próximo mes de
agosto. Y no está aún clara la cosa.
Hoy me ha llamado PY, también anunciando su boda. PY es hija de mis amigos J y P, a quienes gozo desde hace más de 40 años. A P la conocí en
el instituto; nos odiamos al principio y nos quisimos después y para siempre. A
su hija PY la conozco desde antes de nacer y me ha hecho ilusión su llamada. Me
dice que si las circunstancias lo permiten, se casará en abril 2021.
De pronto se tiende un puente
y en 11 meses me imagino con las uñas pintadas, dando besos y bailando en la pista.
¿Será posible? Resulta alentador observar que los jóvenes se atreven a proyectar, a imaginar
celebraciones y a retar al virus. En este caso, el compromiso es un clásico, una
boda, pero da igual, pongámonos metas, pongamos futuro en nuestros tristes
calendarios sin fechas en rojo, quizá así conjuremos los malos augurios.
Mientras llega el 2021 pienso
que no apetece nada conformarse con la “nueva normalidad” (otro vocablo para
añadir a nuestra lista) anunciada por el Gobierno; lo que la mayoría deseamos
es más bien la “vieja normalidad”, con achuchones, besos y hasta empujones. Sin virus, por supuesto.
Con J y P disfrutamos, hace
muchos años, unos locos carnavales en el barrio de Malasaña; había tanta gente en
la calle que nuestros pies, y no exagero un ápice, apenas rozaban el suelo. Era una fiesta.
martes, 19 de mayo de 2020
Crónica El tiempo. 19 de mayo
A estas alturas
son 58 las historietas narradas en este humilde Blog. Ya me cuesta acordarme de lo
que hice o dejé de hacer durante la excitante (por qué no decirlo) primera semana de
confinamiento. Por no hablar de los sentimientos, que han ido balanceándose al
ritmo de cifras, ruedas de prensa, noticias, memes, reuniones con Zoom, fases de desconfinamiento, etc. El tiempo ha
pasado volando, más deprisa de lo habitual, quizá porque no había hitos
para retenerlo.
Me
pregunto de qué forma estaremos cambiando cada uno de nosotros a lo largo de este
extraño paréntesis (excluyo canas y kilos). Al principio había cierto consenso para mejorar, para
limar egoísmos y, ya que no había prisa, intentar dar lo mejor de cada uno; después
vimos que quizá no había que hacerse demasiadas ilusiones porque, como bien dice el refrán: “donde no hay mata, no hay patata”.
El siguiente paso en esta singular
evolución lo identifico con un violento
giro hacia el individualismo, una
especie de “sálvese quien pueda” o “a quien no le guste, ya sabe…”.
Como si al estar en casa solos, o
apenas acompañados, alimentáramos nuestras manías a la vez que desatendiéramos nuestra frágil
objetividad. Y todo, claro, pasado por el tamiz de cada circunstancia y
personalidad.
Pienso esto
hoy porque durante el confinamiento estoy manteniendo una comunicación fluida
y enriquecedora con varios amigos, pero al mismo tiempo otras personas me sorprenden con una perspectiva muy doméstica de la situación, pues no van, ni quieren
ir, más allá de sus ombligos. Y esto último me aburre; de la misma forma que, a ratos, también me aburro yo a mí misma. Y es
que el tiempo, y el verano, se nos está echando encima.
lunes, 18 de mayo de 2020
Crónica Jóvenes artistas desconcertados. 18 de mayo
Preparando el show... on line. |
domingo, 17 de mayo de 2020
Crónica Núñez de Balboa. 17 de mayo
Cada día pasan cosas que prefiero ignorar; me
malhumoran, me avergüenzan o me desconciertan. Pero en estas crónicas me he
propuesto hablar de casi todo, para que más de 60 días en casa no pasen en
balde; para que dentro de algún tiempo pueda (si me atrevo) releerlas y
recordar, más o menos, los estados de ánimo, las sensaciones y los hechos que van evolucionando y sucediéndose
de forma casi imperceptible -porque todos los días parecen lo mismo- pero al
mismo tiempo de forma implacable -porque estos días no van a volver.
Desde hace ya algunas semanas, mientras los aplausos a los sanitarios se van apagando,
escuchamos elevarse el ruido de las cacerolas. Muchos ciudadanos están enfadados
y culpan al Gobierno de Pedro Sánchez de secuestro. Se consideran arrestados en sus domicilios y claman ¡LIBERTAD!.
Un incidente en la Calle Núñez de Balboa, barrio de Salamanca, Madrid (pura
zona “nacional”) ha cristalizado las energías de la extrema derecha para permitirse saltarse “a la
torera” la distancia social. Al parecer, la noche del domingo 10 de mayo un
grupo de jóvenes del barrio se concentraba en el número 56 de dicha calle con
la música a tope. Llegó un furgón policial y procedió a disolverlos. La fiesta
coincidía con la cacerolada, creo que impulsada por Vox, que llevaba ya días
atronando algunas calles.
Los vecinos del barrio, siempre tan rebeldes, decidieron
que ya estaba bien, que ellos se manifestaban, protestaban y hacían lo que les daba la gana, hasta contagiarse del Covid, si fuera necesario. Se trataba de ser LIBRES contra el Gobierno “podemita”.
Aunque le cueste la vida, a ellos o a sus convecinos. Animan sus protestas con
el himno nacional o El novio de la muerte; las colorean con mascarillas rojigualdas y
banderas con el torito y el águila. Y entretienen a la concurrencia destrozando
con sus palos de golf las señales urbanas. Entre los mayores, algunos cansados
de golpear la cacerola, bajan con el personal de servicio para que mientras
ellos comparten momento con sus ilustres vecinos, las mucamas golpeen con buen ritmo los cacharros.
Estos ciudadanos madrileños me avergüenzan, me
obligan a decir bajito que soy de Madrid cuando viajo por España, porque para
ellos solo hay una verdad, la suya, una patria y una religión únicas. Son casposos,
odian a los “rojos” y se consideran, curiosamente
solo algunos lo son, herederos de los ganadores.
Es para hacérnoslo mirar, que cada vez haya más jóvenes con gomina, perrito y banderita, que ni siquiera
son del barrio pero quieren serlo.
Como muestra, dos frases,
recogidas por EL PAIS en una noticia del 14 de mayo “Vengo aquí porque estoy
hasta las narices. Están haciendo un país de vagos. Y ahora me lo quieren
quitar todo”; “Estamos en un sistema dictatorial y sé bien de lo que
hablo. Se está aplicando un decreto de alarma que nos prohíbe la libertad”.
https://elpais.com/espana/madrid/2020-05-14/la-revolucion-del-1-en-la-calle-nunez-de-balboa-el-gobierno-no-hace-nada-y-pago-mis-impuestos.html
Mientras,
en nombre de la libertad, el respeto por este desgraciado país, (esa patria que tanto dicen que aman ) ...
NI ESTÁ, NI SE LE ESPERA.
viernes, 15 de mayo de 2020
Crónica San Isidro y los Pichis. 15 de mayo
jueves, 14 de mayo de 2020
Crónica Felicidad y evolución. 14 de mayo
Hace unos meses terminé de leer Sapiens. De animales a
dioses: Una breve historia de la humanidad, el Best
Seller de Yuval Noah Harari.
No comparto todas sus conclusiones pero reconozco mi admiración respecto al
modo en que cuestiona cada uno de los
conceptos básicos de la evolución humana,
esos que la mayoría damos por sentado porque así nos lo enseñaron de pequeños y,
la verdad, no se nos ha ocurrido refutarlos. Por ejemplo, suele haber consenso general
al considerar que el paso del nomadismo al sedentarismo, del hombre depredador
al hombre recolector, fue una evolución positiva en todos los sentidos. Harari
expone, con un ritmo trepidante, numerosos argumentos que te hacen reconsiderar
suposiciones como esta, y, sobre todo, te hace DUDAR.
Estos días de confinamiento he pensado en las
dudas de Harari y recordado algunos de
sus planteamientos, como cuando aborda sin
pudor el espinoso tema de la felicidad. Me atrevo a resumir (de memoria) algunos
de sus interrogantes: ¿Y todo esto, es
decir la evolución o mejor dicho, el progreso de la humanidad, para qué? ¿Somos
más felices los hombres del siglo XXI que los neandertales? ¿Nos ayudan la
tecnología y la ciencia a conseguir una sociedad igualitaria o más bien acrecientan
la segmentación entre ricos y pobres? ¿Somos mejores ahora que tenemos
herramientas para dominar la naturaleza y en consecuencia más tiempo para cultivar
nuestro intelecto? Gracias a Harari descubro que el progreso no siempre suma en
positivo.
Volvamos a la felicidad. Sapiens recuerda
que aún cuando una buena parte de la
humanidad ha resuelto problemas de salud, dieta y riqueza, la felicidad no ha
llegado como consecuencia ¿Por qué? No me atrevo a responder, pero sí a
detenerme en alguna de sus conclusiones, como por ejemplo, la que destaca que a
partir de un cierto nivel de riqueza el aumento de ésta no aporta nada al nivel
de felicidad; o la que explica que muchas de las frustraciones del ser humano
están determinadas por un mal cálculo en sus expectativas. Otro enfoque
es el de la “Felicidad Química”, que explica
como el nivel de felicidad que cada
individuo puede llegar a disfrutrar -independientemente de su entorno- estará condicionado
por su código genético. Vamos, la clásica diferencia entre pesimistas y
optimistas, “por naturaleza”.
En el contexto de incertidumbres que Sapiens plantea
a sus lectores, se enmarca mi inquietud respecto al momento actual. Porque la humanidad
afronta uno de esos instantes cruciales que nos desviarán del camino trazado
para llevarnos aún no sabemos dónde. La crisis sanitaria, social, política y económica en la que nos hemos visto inmersos, sin
botella de oxígeno, nos podría hacer
mejores, ojala. Pero también podríamos
ir a peor. Lamentablemente, la historia
así nos lo demuestra y Harari lo ha resumido en su magnifico libro. En recientes declaraciones, hablando concretamente
sobre el Covid, apuntala su teoría. Dice “Creo que
el mayor peligro no es el virus en sí. La humanidad tiene todo el conocimiento
científico y las herramientas tecnológicas para superar el virus. El problema
realmente grande son nuestros propios demonios internos, nuestro propio odio,
codicia e ignorancia. Da temor ver que la gente no está reaccionando con
solidaridad mundial ante esta crisis, sino con odio.” (https://www.dw.com/es/coronavirus-el-mayor-peligro-no-es-el-virus-en-s%C3%AD-sino-los-odios-que-surgen/a-53225736).
miércoles, 13 de mayo de 2020
Crónica Disparates y Suerte. 13 de mayo.
martes, 12 de mayo de 2020
Crónica Quedar. 12 de mayo
¡Qué
pasada hubiera sido que en mi adolescencia/juventud los colegas nos hubiéramos reunido en cualquier momento y sin movernos de
casa!. Aquellos eran otros tiempos y entonces quedar se hacía en firme, es
decir, se quedaba con la pandilla de sábado a sábado, normalmente en la misma
esquina, a la misma hora. No solía haber cambio de planes porque no era fácil
organizar las cadenas de avisos. El que
iba, bien, el que no, pues también. El teléfono se usaba con mesura pues los
padres estaban atentos para que no gastáramos y las llamadas eran breves por
esa razón y porque normalmente eran escuchadas por el resto de la familia, y no
era plan.
En
el Estado de Alarma, las quedadas por WhatsApp o Zoom nos están permitiendo quedar con los amigos y mantener
conversaciones en grupo desde casa. Otra maravilla que está aliviando del aislamiento
y casi nos hace creer que seguimos nuestras vidas como si tal cosa.
Yo
me pregunto si cuando pueda moverme sin normas ni fases volveré a ser capaz de
arreglarme, salir de casa con antelación, coger el metro o el autobús, tragarme
un atasco y algún empujón, quizá un chaparrón, para dedicar un rato a charlar en un bar con los
amigos, para ir a un concierto o ver una exposición. Me pregunto si volveré a ir de compras
callejeando sin rumbo y mirando escaparates para al final encapricharme de algo
que no necesito. ¿Merecerá la pena salir de casa si todo eso puedo hacerlo hoy en zapatillas
y casi sin peinarme?
Quiero
pensar que no, que no es lo mismo una reunión múltiple en videoconferencia que
una charla alrededor de una mesa (¡los coros del cumpleaños feliz suenan fatal
en la pantalla múltiple!); que tocar un
tejido o probarse unos zapatos añade gusto a las compras; qué el teatro me gusta tanto porque es aquí y
ahora, con su público concreto (aunque tosa), con sus carreras para no llegar
tarde y la tertulia de comentarios a la salida.
Me
gustan muchas cosas de la vida, la vida de antes; también me están gustando
algunos matices de la vida sin prisas, esta de ahora. Pero me propongo esforzarme para seguir tolerando las incomodidades del viaje, disfrutarlo
si puedo elegir cuándo, dónde y cómo.