Aquí van pensamientos, reflexiones, ideas sugeridas por el mundo que me rodea .... para compartir [LauraCA]



viernes, 1 de mayo de 2020

Crónica 1 de mayo. 1 de mayo


Como todos sabemos, el día 1 de mayo se celebra el Día Internacional del Trabajador en casi todo el mundo. Hasta hoy, el 1 de mayo era un día  festivo con planes de primavera durante el que, de refilón y algo de cargo de conciencia,  la mayoría mirábamos en la tele las banderas rojas de las grandes manifestaciones sindicales.
El 1 de mayo de 2020 las calles están vacías y las manifestaciones  de los trabajadores son, como tantas otras cosas, ¡virtuales!. Mientras,  la televisión, escasa de banderas, hace recuento de contagios, victimas y … parados. El desastre es de tal calibre que nuestra vida (la de hace apenas 3 meses) nos parece un cuento de hadas. Tener trabajo es  (después de la salud) la mayor riqueza que uno pueda poseer o desear. Es una simpleza, sí,  pero es irrefutable.
Los datos económicos son como anuncios de neón en la oscuridad. Aunque solo los mires una décima de segundo, se quedan un buen rato brillando en tu retina. Y asustan. Una muestra:
Se espera una destrucción de casi dos millones de empleos en 2020 y una tasa de paro cercana al 19%. El PIB se reducirá en -9,2%, el consumo nacional -8,8%, las exportaciones -27,1% ...
No pocos de los trabajadores y sindicalistas que en 1886 salieron a la calle en Chicago reivindicando una jornada laboral de ocho horas perderían su trabajo e incluso su vida (hubo 5 condenados a muerte y multitud de heridos, despedidos, encarcelados e incluso torturados). Muchos avances y también muchas crisis, incluso perores que la actual, han afectado a los trabajadores desde entonces. Me quedo con la satisfacción de que al menos en la mayoría de los empleos se respeta la jornada de 8 horas que los valientes de Chicago reivindicaron.  
La novedad ”laboral” de la situación con Coronavirus es el teletrabajo, una novedad en muchos sectores que ha llegado para quedarse. Muchos directivos suspicaces pensaban que en cuanto ellos dejaran de mirar (controlar) los trabajadores en casa pondrían los pies sobre la mesa agarrados al mando a distancia o una cervecita.  Ahora resulta que no, que la mayoría es responsable y se está funcionando de forma bastante eficaz. Imagino que estará siendo duro para quienes necesitan aduladores y ayudantes siempre “a mano”. Tampoco serán amantes del teletrabajo los que usan “la oficina” como  coartada perfecta para llegar tarde a casa y decir que están tan cansados que no pueden ni cerrar la puerta del armario.  Yo me quedo con un mix: teletrabajo a ratos (si tienes una ventana con vistas) y oficina otros, que también allí nos concentramos, aportamos, hacemos amigos y hasta nos reímos. ¡Cómo cambian los tiempos!
Hoy en España: 215.216  total diagnosticados, 24.824 muertos, 114.678 curados




jueves, 30 de abril de 2020

Crónica Recapitulando. 30 de abril


En las videoconferencias con los amigos, cuando nos cansamos de hablar del Covid intercambiamos recomendaciones de series, películas, música y hasta tutoriales de fitness. En los periódicos, publican cada día algún destacado con sugerencias culturales. Por WhatsApp nos llegan generosas contribuciones de creadores de todas las artes y procedencias. 

Y ahora caigo en la cuenta de que no he  tomado nota de lo que veo, leo o escucho desde el 14 de marzo. A estas alturas, casi 50 días después,  va a ser difícil recapitular el  estos días de “consumo virtual”. Me propongo un rápido recuento, sabiendo que no he disfrutado ni de la mitad de las propuestas interesantes que ahora más que nunca están a nuestro alcance.  
Lo siguiente es, más o menos,  lo que recuerdo hasta el día de hoy:
  •  Descubriendo a Sorrentino. Traevocar la película La Grande Belleza  han ido llegando otras de sus obras:
Sus bandas sonoras: David Lang, Arvo Pärt, Zbigniew Preisner, Talking heads, …
o  Sus películas:
-L’oumo in piú.  Retazos brillantes pero no una peli memorable.
-Le conseguenze dell’amore. Rarita, con instantes bellos y desconcertantes.
-This must be the place. Muy buena, tiene de todo: fotografía, humor, música, actores, guion. Genial Sean Penn como protagonista.
-Youth. Magníficas imágenes y grandes actores (Michel Caine, Harvey Keitel). Música inspiradora.
-Il divo. Dedicada a los últimos años de la vida política de Julio Andreotti. Te pierdes un poco con la política italiana de los 80’ 90’ pero sin duda sorprendente. Toni Servillo caracterizado una vez más y  ‘enorme’.
o  Una serie: Silvio (y los otros). Dedicada a la retirada de Berlusconi antes de su última vuelta a la vida política. Tema Cerdeña y las chicas… Muy buena.

  •       Televisión
    •     Un programa en La 2 sobre construcciones romanas en la península ibérica. Lo he visto por casualidad un par de veces. Te engancha porque utilizan una infografía muy lograda y reconstruyen las obras de ingeniería romanas (acueductos, termas, alcantarillas…). Visitan  lugares prometedores para visitar cuando se pueda: Bílbilis, Bañales, Albarracín, Tiermes, Celia, Ampuria, Itálica…
    •    El resto, zapeo a lo tonto. Un poco cansada de ruedas de prensa y de ver a los presentadores en el salón de su casa…

  •    Series:
El bazar  de la caridad. Francesa. Romántica.  Ambientación parisina de principios de siglo XX y poco más. Entretiene.
o Peaky blinders.  Ultima temporada. Igual de violenta que las otras…. Pero siempre atractiva recreando el ambiente industrial y las corrupciones de Birmingham en años 30 y 40. Mucho whisky.
o Malviviendo. Serie en YouTube amateur. Del género “nuevo cine quinqui”. Te partes con los jóvenes que recrean un barrio super marginal sevillano.  No apta para “gente de bien”.
o Unorthodox. La serie de moda protagonizada por una joven que logra escapar del “gheto” ultraortodoxo de los judíos de Nueva York. Se hace corta quizá porque no conocíamos ese mundo donde, todavía hoy,  las mujeres son propiedad y las familias una prisión.
o  Outlander. El año 2019 lo dediqué casi entero a leer los libros de Diana Gabaldon. Sus aventuras en el siglo XVIII me engancharon por completo. Aunque  sé de qué trata, no he podido sustraerme a la última temporada en tv.
o  The Good fight. Otra de mis series favoritas. Diane, la protagonista cada día más irreverente y con más personalidad en el mundo de los super abogados de Chicago.

  •         Cine:
o  Train to Busan. Una coreana de zombis… no tengo palabras.
o Cold War. Una polaca ambientada en los 50’. Amores imposibles en la guerra fría. En blanco y negro. No me dejará huella pero tiene escenas interesantes.
o La sombra del pasado. Alemana. Una de las mil historias de vidas marcadas por el nazismo en Alemania. La de un niño artista. Interesante.
o El último acto. La retirada de Shakespeare a su ciudad natal para jubilarse. Un aspecto desconocido del gran dramaturgo que aquí es un señor normal. Me gustó.
o Tolkien. ¿Cómo surgió el mundo el Señor de los Anillos? ¿Y el lenguaje Elfo? Nos lo cuentan, en mi opinión de forma magistral, a través de la infancia y la juventud de Tolkien. Inglesa.

  •         Documentales
o Cholitas. La subida al Aconcagua de unas mujeres bolivianas. Entrañables, cada una de ellas. Una visión diferente del montañismo.
o El palmar de Troya. Increíble que fuera cierto y que esta secta existiera delante de nuestras narices. Yo la recuerdo de entonces. Ver las imágenes de los años 70 en blanco y negro y las declaraciones de los testigos me ha resultado incómodo. Que tiempos tan casposos.

  •          Lecturas:
o  Fortunata y Jacinta. Galdós Nada que añadir.
o  Becoming de Michell Obama. Ya lo conté.
o Sharp: The Women Who Made an Art of Having an Opinion. Una recopilación de la vidas literaria de mujeres intelectuales del siglo XX en Estados Unidos.Todas rompedoras. Demasiado especializado, a algunas no las conocía. Me ha interesado la historia de Hannah Arendt y la de Mary McCarthy.
o Días de llamas, de Juan Iturralde. Una historia en Madrid en los primeros días de la guerra civil española. Muy dura, como no podía ser de otra forma. Un punto de vista nuevo (el protagonista está en un garaje, retenido por los republicanos y espera que le den el paseíllo…)
o Temporada de Avispas, Elisa Ferrer. Premio Nadal. Escuche una recomendación en la radio. Flojilla.

  •         En forma con:
Sientete joven, es el canal de Youtube de María Martinez. Al principio me irritaba su voz. Ahora estoy con ella casi todos los días. Me está poniendo en forma y le he cogido cariño.
o Pilates. Mi profe Elena y Amaiafit (Youtube)
o Algunas clases de yoga en directo de la empresa de R.
o Y bailando Gaga con Ohad Naharin. Gaga Dancing Lesson 1. En youtube.

Hoy en España: 213.435  total diagnosticados*, 24.543 muertos, 112.050 curados


miércoles, 29 de abril de 2020

Crónica Resiliencia. 29 de abril

A todos nos pasa, aprendemos hoy una palabra y mañana la leemos  y  la escuchamos como si la conociéramos de toda la vida. A mí me ha pasado con Resiliencia.
Según el DRAE:
1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
Creo que hasta ahora yo nunca había pronunciado “resiliencia”.
Me chocó que Michelle Obama la utilizara a menudo en sus memorias, tanto  para definirse a sí misma como al grupo social de afroamericanos en EEUU. Aprendí con ella que calificar a alguien como resiliente era positivo pues destacaba la capacidad de ciertas personas para sobreponerse a las adversidades y dar lo mejor de uno mismo.
Con el recién estrenado concepto de resiliencia en mi retina,  el titular “La paradoja griega: cómo el país que lo tenía todo en contra ha logrado contener el covid” (El Confidencial, 23/04/2020) llama mi  atención. Resulta que Grecia, el hermano pobre y desastrado de la UE, está demostrando que no hace falta ser una gran potencia económica como Alemania para librar con éxito la batalla contra el Covid-19. El Gobierno griego estuvo atento a sus vecinos y en cuanto vio sus barbas cortar ... tomó rápidamente serias medidas de distanciamiento e informó a la población. Los ciudadanos reaccionaron con obediencia; también estuvo a la altura  el partido en la oposición, con Alexis Tsipras a la cabeza, que asumió desde el principio una postura de apoyo sin ahorrar, incluso, elogios en público a la gestión de sus rivales.
¿Cómo es posible? ¿No es Grecia otro de los descuidados y derrochadores países del sur que tan mal se portan? En España estamos tristemente acostumbrados a ser uno de los farolillos rojos de la UE, pero también a tener compañeros de viaje, como Grecia, con quienes compartir los malos resultados en los rankings. Pero esta vez no,  España ha pasado a los puestos de cabeza del horror pero Grecia no está a nuestro lado.
Dicen que la receta griega no ha sido ni la coreana ni la alemana. Grecia nunca hubiera podido aplicar una estrategia desde la solidez económica  y tecnológica de Alemania o Corea del Sur. Conocedor de sus debilidades, entre ellas la fragilidad de su sistema sanitario, el Gobierno reaccionó pronto  sacando lo máximo de lo poco con lo que contaba. Se lo explicó a los ciudadanos y estos lo entendieron, actuando con dos valores tan  intangibles como en esta ocasión eficaces: disciplina y resiliencia.
La primera era imprescindible, pues se trataba de acatar medidas durísimas cuando el peligro era sólo un fantasma (visitaba a China y algo a Italia, pero aún no le habían visto la cara en Grecia). La segunda,  la resiliencia,  una cualidad recién y dolorosamente adquirida, pues alude a la capacidad que han demostrado los griegos para rehacerse tras la crisis económica que casi se los lleva por delante hace diez años.
Deben sentirse medio bien ahora en Grecia. Su resiliencia es sin duda una buena lección para los que desde el otro lado del mediterráneo contemplamos  como está fallando nuestro sistema. Para los griegos esto va de epopeya. Para nosotros de opereta. Pena.

Hoy en España: 212.917  total diagnosticados*, 24.275 muertos, 108.947 curados
Hoy en Grecia: 2.566 diagnosticados, 138 muertos, 577 curados
*Han cambiado los recuentos de contagiados y ahora se basan en los confirmados por test PCR.

martes, 28 de abril de 2020

Crónica Desconfinamiento. 28 de abril


Intencionadamente, por superstición,  he intentado no mencionar  el día después en estas crónicas. Si me entretengo a pensar en cuándo y  cómo será el desconfinamiento (otro vocablo para la colección) seguro que me abandona la calma para perderse en la espiral de los supuestos. No me apetece sufrir por especulaciones, mías o de otros, pero estos días ha comenzado a subir el volumen del “ruido” y ya parece inevitable pensar hacia fuera.
Es curioso, junto con las hipótesis sobre el “después” empiezan a perfilarse ciertos comportamientos entre la población confinada. Mientras muchos, desolados, intentan reaccionar ante una posible, o ya confirmada, pérdida de empleo, y otros, destrozados,  tienen aún pendiente una despedida y un duelo,   algunos se centran ya en los nuevos negocios. 
Se me ocurre que las empresas de comunicación no dejarán de recibir encargos para remodelar los menajes post Covid, o que los fabricantes de mamparas, mascarillas, máquinas de ozono, líquidos desinfectantes o  guantes, estarán planificando sus respuestas a la inesperada demanda en crecimiento. Son las primeras secuelas directas de esta crisis, y junto a ellas, otras, secundarias pero interesantes. Por ejemplo, parece que en Francia se han incrementado de forma espectacular las búsquedas y compras de casas aisladas en las afueras de las ciudades. Las miradas se han vuelto hacia la naturaleza y con ella se vislumbran también actividades de ocio diferentes. Si no podemos ir al futbol, ni al museo, ni subir a la torre Eiffel, vayamos a reconquistar los prados, respiremos.
El creciente deseo de huir de las ciudades me preocupa. Si millones de individuos descubren de pronto la naturaleza que hasta ayer  ignoraban y despreciaban, pero sin cambiar sus hábitos ni su esencia destructiva,  solo puedo imaginar lo peor: invasión y devastación ¡Socorro! Puede que la humanidad aún esté noqueada por un virus, pero sabemos que no se dará  descanso hasta que vuelva a enseñorearse sobre el planeta, (pobrecillo).
En resumidas cuentas, ahora  no quiero ni imaginar el reencuentro con las masas enloquecidas por llegar, en coche,  a los paisajes tranquilos. Solo se me ocurre seguir entrenado para subir un poco más alto en las montañas,  donde no nos alcancen.  

Hoy en España: 210.773  total diagnosticados*, 23.822 muertos, 102.548 curados
*Han cambiado los recuentos de contagiados y ahora se basan en los confirmados por test PCR.


lunes, 27 de abril de 2020

Crónica Rencor social.27 de abril


Otro palabro que añado a la lista de esta temporada enlatada: rencor social. Creo que ya lo había intuido y comentado con otras palabras en alguna crónica anterior. Ahora lo leo en un artículo muy entretenido de Iñigo Domínguez  en El País [https://elpais.com/sociedad/2020-04-26/padres-disuelvanse.html] cuando hace referencia a los oscuros sentimientos que en algunos provoca la continua exhibición online de los hogares donde transcurren los confinamientos. Al parecer, el odio social lo avivan   quienes obedecen el #quedate en casa desde el jardín, las vistas al mar de su  apartamento  o   una pequeña y soleada terraza. El odio social también lo incitan desde ayer los padres que graban y difunden un video de sus niños en patinete, por no hablar de los ya cansinos dueños de perros. ¡Así cualquiera!, pensamos los mirones, al tiempo que  husmeamos en los salones de quienes “se lo montan”.  A veces, hasta juzgamos su gusto decorativo. El otro día me reía con mis amigas al ver las cortinas “de cuarto de estar inglés” que enmarcaban la actuación, soberbia por cierto, de Mick Jagger en una contribución solidaria de The Rolling Stones.
En fin, pequeñas e inevitables miserias humanas. El experimento del confinamiento pone de manifiesto, y subraya, lo que sabemos de sobra: no hay, ni habrá, denominador común. En nuestra vida “anterior” tampoco, pero al menos se nos permitía interactuar sin enseñar las cortinas. Porque la casa era nuestro refugio y salvo youtubers e influencers, no estábamos habituados a abrirlo como si tal cosa, en zapatillas y a gente extraña. 
Salir a la calle tenía sus riesgos, pero a la vez nos daba herramientas para ser nosotros mismos, sin necesidad de mostrar el escenario  de nuestro salón. La ciudad nació para acoger, proteger, unificar, distribuir, comunicar,  intercambiar e incluso homogeneizar. También para disfrutar del anonimato … y la echamos mucho de menos. Lo que empezamos a echar de más son las actitudes cotillas y envidiosas que tanto trastocan la convivencia. Que salga quién pueda y cómo quiera  pero,  por favor, que cada uno haga lo mejor con aquello que tiene. Y,  ante todo, respeto.
Hoy en España: 238.140 contagiados, 23.521 muertos, 100.085 curados

domingo, 26 de abril de 2020

Crónica Madrid sin nosotros. 26 de abril

“Estuvo fenomenal, además, ¡no había nadie!”. Hace 43 días, una frase así era habitual en mi ciudad. Madrid es una ciudad ajetreada y bulliciosa. Basta que pienses que has tenido una idea genial -por ejemplo, que como es 1 de agosto, no habrá nadie en tu restaurante favorito o que como todos se han ido de puente es un buen momento para pasear por el centro- para que compruebes que montones de personas han tenido,  curiosamente, idéntica ocurrencia. Resultado, vuelves a casa, cierras la puerta tras de ti y te juras que nunca más te pillarán en otra encerrona multitudinaria. Como te ha pasado cientos de veces (en Navidad, saliendo de fin de semana, en centros comerciales, en museos…) valoras extraordinariamente cuando, sin planificar, consigues cenar, sin reserva,  en un restaurante que casi nadie conoce todavía, o cuando logras esquivar la operación salida huyendo por casualidad en un momento diferente. Nada como saborear un teatro en un martes de Euroleague, cuando a la salida te tomas unas cañas junto a los actores… porque “no había casi nadie”.
Pensaba en todo esto contemplando un bellísimo video con imágenes del Parque de El Retiro en primavera y sin nadie, es decir, ahora. Veía los rincones de césped que tanto desgasté en mi juventud riendo con los amigos y corriendo cuando el malhumorado guarda -todavía con un uniforme de los tiempos de Carlos III- llegaba para  echarnos. En aquellos primeros años de la Transición, una sentada juvenil en el césped del Retiro era una conquista social, por cierto.
Después salí a hacer una compra. Elegí un super un poco alejado para estirar las piernas y disfrutar de una tarde primaveral espectacular. Me encontré admirando las calles sin nosotros, aplastando sentimientos contradictorios como las ganas de llorar frente al colegio y los bares cerrados o el regocijo de patear una acera en exclusividad. Vi unos contenedores de basura que brillaban de tan limpios y flores silvestres que ocupaban el lugar de las pisadas. Respiré el aire limpio y levanté la mirada al cielo azul. Me pregunté si la ciudad está mejor, o no, sin nosotros.
Hoy algo ha cambiado, se ha permitido salir a los niños - media hora y en un radio de un kilómetro de sus casas- y han llegado ruidos nuevos hasta mi ventana. Con los niños, padres y otros espontáneos han salido a la calle y se han parado en las aceras para, a metro y medio de distancia, gritarse algunos saludos o preguntarse sobre esta pesadilla: “¿Cómo estáis?” “Yo ya no puedo más”, “Yo lo he pasado, he estado fatal”, “Yo, como tengo perro,  salgo cada día”   “Hoy piso la calle por primera vez desde que empezó esto”: “A ver qué pasa”.

No  puedo evitar cierta pereza respecto a volver a la “normalidad”. Como es algo que me pasa cuatro veces al año con los cambios de estaciones,  pienso que quiera o no, al final lo llevaré bien. En cualquier caso, sé que seguiré  disfrutando los escasos momentos en que Madrid respira y se queda  “sin nosotros”. 
Hoy en España: 223.759 contagiados, 23.190 muertos, 98.132 curados














viernes, 24 de abril de 2020

Crónica ¡Mamá, mira!. 24 de abril


Lo dijo Manuel Vicent en una inolvidable columna hace ya algunos años: de niños hacemos la mayoría de las cosas sabiendo, consciente o inconscientemente, que nuestra madre está detrás. Para regañarnos,  si nos comemos varias chocolatinas a la vez; para rescatarnos,  si nos lanzamos a la piscina sin flotador y, sobre todo,  para aplaudirnos, cada vez que avanzamos  o tropezamos  en el  viaje de iniciación a la vida.
Nacemos inmaduros, incapaces de sobrevivir sin los cuidados de nuestros progenitores u otros adultos. Aprendemos practicando y  equivocándonos. Crecemos, cuando nos atrevemos a realizar cualquier pequeña nueva hazaña. Es entonces cuando volvemos la cabeza y decimos: “¡Mamá, mira!.  ¡Mira cómo me tiro del tobogán! ¡Mira cómo salto a la cuerda!  ¡Me he atado los cordones de los zapatos!, ¡Ya se nadar!
Desde aquella columna de Vicent, he observado, y me encanta hacerlo, lo importante que son los espectadores a lo largo de nuestras vidas. Porque ellos  contemplan y reaccionan ante nuestras acciones; las que consideramos merecedoras de un aplauso a nuestros  esfuerzos y, sobre todo, aquellas que creemos dignas de admiración. Podría ser que nuestra madre ya no nos esté mirando, pero seguimos necesitando volver la cabeza y encontrar un gesto de aprobación en una cara amiga.
Pienso en esto al observar el ahínco con el que nos hemos lanzado a compartir telemáticamente nuestras experiencias de cuarentena.  Hasta yo me grabé unos segundos bailando en mi cocina. Fue con la canción  “No hay miedo” de León Benavente; era uno de los primeros días en casa,  me salió de forma espontánea y me apeteció compartirlo con amigos. 
Las redes se han llenado de música, charlas, consejos saludables, recetas de cocina, demos de habilidades y bromas. Pienso,  sobre todo,  en los videos de la gente “normal”,  nada de influencers,  convertida en  guionistas, productores, directores y actores. Se lo curran con mejores o peores resultados y después  comparten. Algunos videos tienen repercusión viral y entonces es como cuando mamá aplaudía nuestros primeros pasos. Tan felices que éramos. Porque, en realidad, seguimos siendo un poco niños. No cambian tanto ciertas cosas. ¡Mamá, mira!
Hoy en España: 219.764 contagiados, 22.524 muertos, 92.355 curados

jueves, 23 de abril de 2020

Crónica Cuarentena. 23 de abril


Ayer, mi amiga P. hizo recuento: “hemos cumplido la cuarentena”. Sí señor, sus cuarenta días y sus cuarenta noches,  que diría Sabina. También sus horas, minutos y segundos.
Cuarentena: espacio de tiempo de cuarenta días, meses o años. // Espacio de tiempo que permanecen en el lazareto los viajeros procedentes de un lugar en el que hay alguna epidemia.” Diccionario María Moliner. 
 “Cuarentena: aislamiento preventivo a que se somete durante un período de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales.” DRAE
A mí me se me ocurren, hoy, cuarenta acepciones:
    Coronavirus/Covid-19
    China/Wuhan
    Pandemia
    Estado de Alarma
    Gobierno
    Distancia social
    Quédate en casa
    Teletrabajo
    Muertes
10º  Miedo
11º  Azar
12º  Residencias de ancianos
13º  Sanidad colapsada
14º  Aplausos
15º  Grupos de WhatsApp
16º  Bromas, memes
17º  Suspicacias
18º  Desempleo
19º  Desgobierno
20º  Quedadas on line
21º  Fitness, yoga, running, zumba, pilates, pesas …  en la habitación
22º  Series, cine, teatro, música, lecturas, a solas y compartiendo
23º  Ruedas de prensa
24º  Desconfianza
25º  Solidaridad
26º  Mapamundi
27º  Niños, adolescentes, adultos, ancianos
28º  Los perros
29º  La PSR, los tests
30º  Mascarillas y guantes
31º  Ifema
32º  Las morgues
33º  Estadísticas
34º  Soledades
35º  Reencuentros
36º  Desengaños
37º  Orden y desorden
38º  Insomnios, sueños
39º  Propósitos (buenos)
40º  … incertidumbre.

Hoy en España: 213.024 contagiados, 22.157 muertos, 89.250 curados