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viernes, 16 de junio de 2023

Producciones “Gotas de Teatro” presenta…

                                                             

 

El poeta Horacio (65 a.C.-8 a.C.), anunciando que “De vez en cuando hay que echar en la copa de la vida unas gotas de locura”; el saborcillo dulce y burlón que deja la lectura de la obra de teatro “La hora de la fantasía”, de Anna Bonacci (Roma, 1892-Falconara Marittima, 1981); unas fotos en blanco y negro esparcidas, boca abajo, sobre la mesa; seis mujeres curiosas, amantes del teatro, la vida y sus derivadas. 

Todo eso y algo más se mezclaba en la propuesta que la actriz y profesora de teatro, Luisa Armenteros,  nos lanzó,  allá por el mes de noviembre del 2022:  “Josefina, Laura, Nines, Rosa, Mercedes, Paz: vamos a fantasear y vamos a divertirnos; vamos a concebir y a ejecutar un juego escénico, un ejercicio teatral”.

¿Cómo?

Primer paso.  Escogimos, a ciegas, una foto cada una. El azar dictó que cada foto y la mujer que desde ella nos miraba se aposentara en nuestras cabezas durante un buena temporada, pues  la primera tarea consistía, ni más ni menos, que en darles vida, en escribir un relato representable. “Más adelante veremos como damos sentido a esos seis textos, agrupándolos en una sola pieza” explicó Luisa. Escudriñamos entonces cada foto, buscando la inspiración que nos ayudara a descubrir un momento crucial para su protagonista, uno de esos que suceden en apenas un instante o un rato, pero que, estupendamente, te cambian la vida. Y así, no sin poco esfuerzo, nacieron Catherine, Francisca, Luz, Olivia, Julia y Ludmila, convertidas en personajes, protagonistas de diferentes historias y circunstancias. ¡A jugar!

Segundo paso: lectura en alto de los monólogos. Habíamos mantenido en secreto la historia que cada una había imaginado, para disfrutar la sorpresa del nacimiento de esos seis personajes y  avanzar a una nueva dimensión: la interpretación. Porque lo que Luisa nos propone es otra voltereta: intercambiar los roles  para que cada una interprete el monólogo escrito por otra. Toca zambullirse en una historia ajena; leer y releer el texto, mirar la foto, imaginar y desentrañar la vida o las vidas que ahí se esconden. Todas sabemos leer y mirar, claro, pero ahora aprenderíamos a colorear la foto en blanco y negro de las mujeres que acabábamos de  conocer.

Y comprendemos entonces que en el ejercicio de la interpretación no basta con memorizar - inevitable e indiscutible tarea – pues  será necesario penetrar en las palabras, entender los guiños y  las insinuaciones del texto, despegarnos de las ideas propias y hasta de algunos prejuicios tontos que aún sin querer todas acarreamos ¿Qué no te imaginabas a una señora adinerada haciendo travesuras? Juega con ella, llévala lejos ¿Qué te cuesta ponerte en la piel de una adolescente enamorada? Igual podías recodar tu primer beso y poner cara a ese guapo chico que ahora te corteja ¿Qué tu chica parece desconsolada y más triste que un ajo puerro? Pues a darle brío y más bravura ¿Qué tu personaje viaja de Chamartín a Parla y no a París? Te aguantas y disfrutas del paisaje ¿Qué no te ves hablando con un perro, que encima se llama Botán? Saca tu rabia, disfruta de la energía de una mujer luchadora ¿Qué no acabas de hilar el mensaje de una niña idealista? A ponerte las coletas y a salvar el mundo.

Ya tenemos los textos y vamos conociendo a  nuestras heroínas; seguimos construyendo el juego teatral.

Tercer paso: cada autora selecciona  una música y escribe unas líneas a modo de presentación de su personaje. Pero ¿cómo los ligamos? ¿cómo hacemos para fundir seis textos en un conjunto equilibrado, inteligible y atractivo? Luisa nos recuerda que el teatro requiere, para llegar a serlo, un público que lo contemple, y al público hay que llegar. Con esa condición nos ponemos en marcha.  

El proceso de escoger el título de una pieza que tiene seis cabezas (autoras) ocupará varios ratos y hasta acalorados debates. Dimos varias vueltas en el hiperespacio sin buenos resultados, para al final descubrir que lo teníamos delante. Sí, ahí estaban las “gotas”, las que con algo de locura Horacio desea que echemos en la copa de la vida y ahí estaba también la “fantasía” con la que nos hizo jugar Anna Bonacci.

¡Eureka! “Gotas de fantasía”, tal cual, sencillo, directo, atractivo. Tenemos que contárselo al público.

Cuarto paso: ensayar una  improvisación a modo de  preámbulo del ejercicio teatral ya bautizado. Probamos: todas en escena, comentando nuestro juego, nuestras fotos, nuestras mujeres. No funciona. Nos falta chispa, no hay espontaneidad ni disfrutamos del goce de la improvisación.  Mejor un texto que elimine este riesgo. Será el que finalmente Luisa nos proponga. Lo expondremos entre todas, frase a frase, narrando como cada una de las seis mujeres de las fotos, que ya son nuestras mujeres, se enfrenta a su particular viaje de fantasía. “Son mujeres con poca …. O mucha vida…. Mujeres que deciden contar”.

Y hay más, llega la hora de organizar, mejor dicho, inventar un espacio escénico en el sótano de la Biblioteca pública Miguel Delibes.  Así, montamos una acogedora  iluminación ajustada  con linternas, focos de discoteca y lámparas de casa; acoplamos el sonido de nuestros sencillos altavoces; planteamos la proyección de las fotos apoyada en una papelera; componemos el atrezo de cada personajes sacando trapitos, fotos, estuches, bolsos y hasta hueveras de nuestros trasteros… ¡Qué divertido descubrir errores, aciertos y soluciones para conformar con autosuficiencia una digna propuesta!

Y la traca final: ya tenemos la pieza, ahora hay que levantarla: es obligado y esencial  ensayar y fijar  los movimientos en escena. No basta con sabernos los textos,  no es suficiente el ensayo individual en casa. ¿Habéis pensado que es necesario dominar las entradas y las salidas de autoras e intérpretes en coordinación con la música y las imágenes? ¿Qué tenéis que colocar como si de una coreografía se tratara la mesa y las sillas, poner y quitar atrezos, entrar y salir? Nos recordará Luisa.

 La verdad es que no lo habíamos pensado mucho, y claro, se notó, vaya que si se notó en los primeros ensayos, y en los segundos, y en los... Allí cada una se olvidaba de una frase,  de una silla, de un gesto… en fin, un pequeño desbarajuste que asumimos como una nueva lección, una más, que certificada  lo complejo y laborioso que es poner en pie, en escena,  hasta la más humilde práctica teatral.

Y llegó la hora, haríamos -en la intimidad, es decir, sin invitados y asumiendo nosotras, también, el papel de público- un único pase  en la Biblioteca Miguel Delibes . “Arriba el telón” hubiéramos dicho si de telón hubiéramos dispuesto.

Luisa nos pidió energía, ganas de jugar y alegría.  ¡Vamos a divertirnos!

Lo intentamos, nos concentramos, interpretamos sin “blancos” y, sobre todo … disfrutamos ¿Qué más se puede pedir? ¿Quizá unos aplausos?

Pues hubo aplausos; los de un reducidísimo público que en el último instante apareció en la Biblioteca y se apuntó a jugar con nosotras. Pura fantasía.



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