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martes, 8 de septiembre de 2020

Coplas

Husmeando en una plataforma de TV descubro,  muy bien valorada, una película de Basilio Martín Patino. Se llama Ojos verdes y resulta ser un pseudo documental protagonizado por el Marqués de Almodóvar, un viejo y noble diplomático, vividor  y apasionado por la copla. La película empieza con su esquela en el periódico y  narra su curiosa vida a través de sus allegados (todo inventado).

Atraída por el director, más que por el tema, contemplo de un tirón esta película que junto a vida del  marqués va recorriendo la historia de la canción española, bueno, de “esa” canción española: la copla. Martín Patino mezcla sin reparos ficción  -el marqués y sus conocidos (hermano, ama de llaves, ex amantes, diplomáticos)- y  hemeroteca -documentos, fotos y películas de los verdaderos protagonistas-. Aparece Imperio Argentina, incluida su aventura en la Alemania nazi (la que nos contaría Trueba en “La niña de mis ojos”) y  Manuel Molina, fantástico en una entrevista en la que rememora, con una gracia admirable, las penurias y humillaciones sufridas a manos de los falangistas. Están también Estrellita Castro, Mari Fe de Triana, Carmen Sevilla, Lola Flores y muchos más.

Maravillosa la ironía de Martín Patino, cuando a través de sus personajes inventados nos cuenta con tono inocente el gusto del Caudillo y su esposa por ciertas tonadillas que  ensalzaban los valores patrios. Divertida la aparición de Antón Reixa en un falso programa coloquio donde defiende la música de vanguardia, la movida,  y ridiculiza la copla. Aún más ocurrente la erudita réplica del marqués, ensalzando un género artístico a sus ojos universal. Tiernas resultan las intervenciones de un diplomático amigo del marqués quien recapitula y explica la pasión del personaje por el “artisteo”; su habilidad para emparejar artistas con intelectuales, políticos con empresarios de la noche o diplomacia con copas de Jerez y rasgueo de guitarras. Y emocionante la definición que hace uno de los personajes cuando afirma que cada  copla es  una historia completa y compleja, un drama casi siempre, interpretado valientemente por una sola persona, quien, sin escenografía, sin adornos ni efectos especiales, derrocha poderío vocal y expresión corporal para transmitir emociones a muchos grados de temperatura.

En la España de los años 40, 50 y hasta 60, cerrada a cal y canto a la cultura exterior, las coplas inundaban las ondas y acompañaban la sombría cotidianidad en blanco y negro. Los oyentes las cantaban también, porque las letras y las músicas de las coplas son pegadizas aún sin quererlo. Otra cosa es el contenido, especialmente rancio respecto a los géneros.  Los hombres eran casi siempre guapos, toreros, machos, marineros y dominantes, aunque también sufridores. Las mujeres eran situadas  en dos extremos; o eras beata o eras puta, hija, no había otra opción.  Y entre tanto, mucho dolor, mucho amor  y mucha traición.  En una sociedad censurada, dice el marqués de la película, la copla insinuaba y permitía soñar con lo prohibido. Puede que tenga razón, aunque  la interpretación literal de la mayoría de las letras no pasaría hoy ni un solo test para la igualdad de género.

El documental está lleno de populares canciones, muchas de cuyas letras  conozco, aún sin saberlo, de memoria. Mi madre cantaba mucho en casa; eso sí, metía sus morcillas y con ellas las he guardado en el fondo de mi memoria. Es curioso, me sé las letras pero pocas veces, o más bien ninguna, me he preocupado por entender las historias que narran. La copla me parecía del periodo carpetovetónico.  Ahora, a través de estos “Ojos verdes” he recordado a mi madre, la he escuchado cantando y al mismo tiempo he descubierto,  no sin sorpresa, otro significado de la canción española. Una experiencia inesperada y nutritiva.

Ojos verdes (1996) pertenece a una serie hecha para televisión de siete películas sobre Andalucía llamada "Andalucía, un siglo de fascinación".

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