Visto este prometedor "material" no dudé en pedir prestado el libro y utilizarlo para un
trabajo grupal para la clase de lengua y literatura; un trabajo de aquellos que
hacíamos sin orden ni concierto, sin ninguna herramienta, ni física (lo
escribíamos a mano y con colorines) ni ética, pues nadie nos daba ni una sola
pista de cómo elaborar un escrito. Ya ni recuerdo lo que hicimos, seguramente
copiamos sin sentido lo poco que entendimos de aquella moderna crónica.
Lo que sí quedó grabado en mi retina fue el precioso título y también el
nombre de sus autores. Más tarde, Alberto Corazón se haría muy famoso. Se convertiría,
según sus palabras, casi en el inventor
de la palabra “diseño”. Fue cuando en nuestro país se hizo popular aquello de “¿diseñas
o trabajas?”, utilizado para mofarse de una ola de creadores que, con diferentes grados de calidad, inundarían de
color, alegría e imaginación nuestra
vida en blanco y negro.
Hoy, a los 79 años, ha fallecido Alberto Corazón y, cómo no, se habla de
sus creaciones, de sus logos, de su pintura y de sus icónicos diseños. Y yo me
apeno y pienso en su librito, en aquella contraportada que afirmaba “Esta es la crónica de las revoluciones
cotidianas y los cambios permanentes. Que no cambiaron los gobiernos sino la sensibilidad.
Que no derribaron las estatuas a caballo sino la inercia de una moral exhausta”,
y me admiro de cómo éramos entonces y me sorprendo de lo que somos ahora.
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