Año tras año, vamos gastando primaveras y a la vez atesorando momentos, vidas, palabras, imágenes, risas, penas, ausencias, belleza, sabiduría, recuerdos, sentimientos, deseos, arrugas… tantas y tantas, como si tal cosa. Lo curioso es que de pronto, sin apenas darnos cuenta, los años se embalan, se aceleran. Mientras, la memoria va limando y suavizando las asperezas del pasado.
Ya con algunas décadas en mis cabellos, hoy mis años se alinean en números redondos. Quizá por eso, para repasarlos, se me ocurren algunos "titulares". Llegan así, de diez en diez:
Los primeros. Aprender, observar, temer, reír, jugar. Costras en las rodillas. Sin extraños mejor. Hogar. España en blanco y negro. El mar por primera vez. La lentitud del reloj en las siestas interminables. Aburrimiento. Asombro. El Seat 600. La tele. Todo incipiente. Todo a estrenar.
10
a 20. Nuevo barrio. Nuevos horizontes. La personalidad aún primeriza. La
timidez limitante. La conciencia de ser
y querer ser. El aprendizaje intuitivo. España en color. El instituto. La
pandilla. Los guateques.
20
a 30. El cielo se despeja. Jugamos. Reímos. Se abren puertas y nos gusta lo que llega.
Independencia. Amistad. Amor. Deseos. España en transición. El Carnaval. La
movida. La música. El cine. Los libros. Los partidos políticos. La ilusión.
30
a 40. Crecer. Reproducirse. Ganar el pan. Saborearlo. Sufrirlo. Alguna nube. Algún
chaparrón. Algún desencanto. Energía. A por todas. España en Europa. Nos
internacionalizamos. Nos refinamos.
40 a 50. Madurez. Belleza. Pérdidas. Recompensas. Desilusiones. Ilusiones. El sosiego que aporta el criterio propio. Inquietudes. Más amor. España y los lobos nos cortan las alas. La sabiduría sobrepasada por el oportunismo. Los amigos están.
50 a
60. La perspectiva cambia. Puedes, disfrutas, saboreas, gustas, te gustan,
aprecias, desprecias. Evocas y suspiras. Pierdes, pero también ganas. Te retas.
Haces cuentas y brilla el sol. Cocinas con amor. España, “malamente”, gracias.
60.
Te reconoces y también te desconoces. Continúas. Pruebas y saboreas. Te
ralentizas pero te reenganchas. Admiras un bello atardecer, un gesto generoso,
un silencio respetuoso. Resistes. Gozas con menores velocidades. Las guerras no
acaban jamás. Hay plagas. Te hastías ya
de muchas cosas. Te preocupa el planeta herido y contaminado.
¡Ya estamos creciditos!
Te emocionas. Estás viva.