Aquí van pensamientos, reflexiones, ideas sugeridas por el mundo que me rodea .... para compartir [LauraCA]



viernes, 23 de octubre de 2020

Toca toque de queda


La excepcional situación que vivimos convierte cada una de nuestras actividades en casi un milagro. La semana pasada batí mis récords: fui al gimnasio, a comer a un restaurante, al teatro y a un museo. Disfruté, como si fuera la última vez, cada uno de esos momentos que parecen “casi normales”, pero que no lo son en absoluto. Las mascarillas, el distanciamiento o los inevitables recelos ante las respiraciones ajenas, los convierten en desventuradas excepciones.

Ayer, regresaba tarde a casa de una clase de yoga a la que tan solo asistimos dos personas y me invadió la tristeza. A pesar de intentar el regreso a las rutinas, de hacer de tripas corazón, las cosas no marchan ¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta situación? ¿Cómo hemos aceptado que incluso podemos morir si nos descuidamos? 

No he vuelto a leer las crónicas que escribí allá por los meses de marzo, abril, mayo, junio… y que tanto me ayudaron a mantener la cordura “en confinamiento”,  pero si recuerdo cierta ilusión, cierta complicidad social ante un fenómeno insólito que pensábamos, inocentes nosotros, podría convertirse en un primer paso para contrarrestar los ridículos enfrentamientos políticos que ya entonces  tan hartitos nos tenían.

Siete meses más tarde han desaparecido las bromas, los memes, los aplausos, diría que hasta la solidaridad, para dejar aflorar, sin trabas, la inoperancia, la torpeza y la manipulación de los políticos y sus asesores. Y, sorprendentemente, siguen apareciendo vocablos que pasan de obsoletos a frecuentes, de extraordinarios a cotidianos. Esta semana toca toque de queda. Toca el modo cenicienta, vida hasta la medianoche. Mientras esto escribo ya habrá grupos quedando a las 12:05h, porque  a no pocos les ponen las fiestas clandestinas, sin mascarilla, sin gel hidroalcohólico… todo en aras de la libertad ¿De expresión? No, idiotas, libertad diseñada a la medida de algunos tarados.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Grace and Frankie y Jane Fonda

 

Me gusta Jane Fonda. Me gusta de Barbarella, de activista anti guerra de Vietnam, de reina del aerobic, de enamorada, de divorciada, de estupenda, de feminista, de mujer madura, activa, presumida e independiente.

Quizá por eso, por la complejidad del personaje real, llevaba tiempo sintiendo curiosidad por la aclamada serie Grace and Frankie. Dos mujeres maduras, que se caen fatal una a la otra,  descubren que sus respectivos maridos, socios,  se aman entre ellos y  han mantenido 20 años en secreto su atracción fatal. El primer capítulo de la serie se llama “El fin”, pues ahí acaban los primeros tramos de unas vidas convencionales para iniciar unas nuevas y muy diferentes trayectorias. Serán estupendas, y por fin verdaderas, para la nueva pareja, la de los maridos, pero sin duda mucho más  inciertas para las dos exesposas:  Grace y Frankie, engañadas, solas ahora y con más de 70 años, cada una.

La serie es una comedieta, poco más, pero me ha gustado como abordan temas que afectan fundamentalmente a las mujeres “mayores”; en ese periodo de la vida donde empiezan  a ser trasparentes, insignificantes y … viejas. Nada de lo que les sucede interesa en este mundo dominado por lo “joven”, concepto revalorizado en los años 60, curiosamente, por las generaciones que ahora empiezan a descubrir con horror cómo funciona un andador o un sonotone.

Grace,  o Jane Fonda (la mujer más coqueta del mundo, empresaria, madre poco ejemplar, borde en general, casi anoréxica, rigurosa, inteligente, sensible) y Frankie, o Lily Tomlin (hippie, vegana, activista, artista, cabezota, distraída, bien intencionada y muy alocada) llevan a la pantalla diálogos trepidantes sobre temas tabú, derivados de la  acumulación de años en el DNI: hablan de inseguridad, soledad, sequedad vaginal, consoladores, hijos no perfectos, celos, maternidades poco ejemplares, vanidades, artrosis, el qué dirán,  espaldas sobrecargadas, problemas  económicos, deseo sexual,  pastillas,  residencias de ancianos, sueños incumplidos, afectos, arrepentimientos, verdades, mentiras … y mucho más.

Lo mejor es el humor que las protagonistas gastan para reírse de sí mismas. Seguro que no ha sido fácil convencer a Jane Fonda para que muestre sus flaquezas en pantalla. Los directores de la serie no han logrado que aparezca sin maquillaje pero sí que se quite  las pestañas postizas y acepte sus achaques agarrando un bastón cuando es (en la ficción)  operada de su artrítica rodilla. A veces, aunque lo disimula, se la ve renqueante, pero es de verdad, los años no perdonan ni a Barbarella. Lo mejor es que se sobrepone, no se rinde aunque se lo pida el cuerpo e  incluso tenga que adaptarse para asumir situaciones que, aderezadas con las extravagancias de Frankie, nunca hubiera tolerado en su vida anterior; la  de mujer joven, guapa, independiente y casada. La que ya no es. Toda una lección de flexibilidad y no precisamente corporal. 

Mientras,  veo un divertido video en el que Jane Fonda se enfunda de nuevo sus  mallas ochenteras y pide a los estadounidenses que se inscriban en el censo y voten en las inmimentes elecciones. ¡Bárbara Barbarella!



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viernes, 9 de octubre de 2020

FARIÑA y una bella costa escarpada

 

Casi me asfixio ayer en el teatro Matadero con la super mascarilla KNP5 que ahora utilizo en los espacios cerrados, pero mereció la pena. La versión teatral de FARIÑA, la novela de Nacho Carretero, son casi dos horas trepidantes que nos llevan a sobrevolar Galicia desde los años ochenta hasta la actualidad.

Dudaba si sería posible condensar en un escenario los numerosos personajes y aristas del entramado tejido, en los años ochenta, por el contrabando gallego y descubro que empezar la función preguntando a los espectadores si conocen  la longitud  de la costa de Galicia, y finalizarla escuchando a esos mismos espectadores recordar dicha cifra, es todo un acierto. Son precisamente esos 1.495km de accidentada costa los que en cierto modo explican aquello que sucedió, y continúa sucediendo. Porque esa bella costa es testigo de TODO en Galicia: la vida, los naufragios, la basura, el tabaco,  las drogas, el dinero, la violencia, la extorsión y, como no,  la muerte.

Cuando hace unos meses veía la serie FARIÑA en televisión acababa cada capítulo con la misma perplejidad “pero si esto no es una serie americana, esto es verdad y sucedió aquí al lado y estaba sucediendo mientras otros fumaban,  esnifaban o se destrozaban la venas sin dedicar ni un segundo a preguntarse cómo llegaban las drogas o  quien manejaba los hilos del hampa”.  Cabalmente consciente de mi presente en los años iniciales en los que transcurren los hechos  narrados en  FARIÑA, reconozco ahora que apenas me enteré de nada. Solo ciertas noticias, las persecuciones de las lanchas, alguna detención, los jueces, los muchachos enganchados que aparecían en alguna película de la época... Pero Galicia estaba lejos y, no sé, no le dimos demasiada importancia. El contrabando era algo asumido como una herencia de la guerra y la postguerra, se hacía para sobrevivir ¡y qué rico sabía el tabaco rubio americano!
Lo que no entendimos, ni atendimos, fue el hecho de que con el contrabando llegó el dinero negro, los sobornos, las mordidas, la corrupción, poco después la cocaína, la heroína, el derroche, el absurdo con boina, las almas en pena, los enganchados, las familias rotas, la delincuencia, la extorsión, la incapacidad del sistema, la justicia y la policía, a la vez corruptos e  impotentes, vencidos.
Fue la heroicidad y la desesperación de un grupo de mujeres honestas y, sobre todo, madres, las que hicieron saltar la banca en aquella espiral de corrupción y, por qué no decirlo, chabacanadas. Porque los nuevos ricos de la droga estaban  tan perplejos de su buena suerte, con tantos billetes rebosando sus bolsillos que no sabían ni qué hacer con ellos, aparte de las clásicas juergas con whisky, putas, coches o pazos. La inundación de millones les impedía sentirse siquiera un poco culpables. Eran empresarios, movían mercancías, les pagaban muy bien y su riqueza llegaba a muchos rincones, rezumaba hasta en los bolsillos más humildes, honestos y lejanos.  ¿Sabían los jóvenes del equipo de futbol local que sus camisetas las pagaba un señor que por la noche organizaba la descarga de toneladas de polvo blanco disfrazado de fruta tropical? ¿Sospecharon siquiera que algún día ese polvo blanco los mataría?
En junio de 1990 el despliegue mediático y de recursos de la operación Nécora, (encabezada por el juez Garzón, representado en FARIÑA y, casualmente,  espectador en el teatro ayer noche)  la convirtió en la primera causa que en España logró unir fuerzas en la lucha legal contra el narcotráfico. Hubo cientos de detenidos, acusados, juicio y condenas de cárcel. ¡Bien!
Pero mal: 30 años después, la costa de Galicia sigue teniendo 1.495km de longitud y continúa figurando como bello testigo de muchas cosas, cada noche. Mientras, los capos de ahora ya no se exhiben en ferraris, son discretísimos y van sin boina,  pero se ríen de todo y de todos, y  brindan, seguros, en lejanos  paraísos tropicales, perdón, fiscales.

Datos actualizados a 8 de octubre (18.30 hora peninsular española)
DiagnosticadosMuertos
Mundo36.527.3411.062.075
EE UU7.607.250212.784
Europa6.097.719238.007
España*848.32432.688

martes, 6 de octubre de 2020

Confesión y Punto Limpio

En mi hogar han pasado muchas cosas y muchos obreros especializados este verano. Casi todo su contenido se ha movido de sitio dejando paso a pintores, fontaneros, soladores o electricistas. Cuando por fin se marcharon, casi ninguno de los objetos removidos era el mismo. Una nueva mirada, una limpieza a fondo o una luz diferente han descubierto defectos y, sobre todo, evidenciado mucha inutilidad. ¿Cómo es posible que  lleguemos a acumular tantos enseres y que, al mismo tiempo, no los utilicemos, ni siguiera los miremos en muchos años? Un día alguien te regala una caja de caramelos o compras una postal, los dejas en un estante… y ahí viven sin ser molestados, ni mirados siquiera, durante días, semanas, años y hasta décadas. De pronto, cuando llega la catarsis de una reforma, van y despiertan de su letargo; solo entonces los miramos, los sopesamos y … los arrojamos a la basura.

En octubre, en Madrid, en esta renovada e ingrata fase de, “quédate en casa”, (por narices o porque los responsables no tienen ni idea de cómo sacarnos de ésta), compruebo que el Punto Limpio del ayuntamiento está siendo objeto de largas peregrinaciones de ciudadanos. Los encargados de mantener el orden del lugar parecen agotados, todo el santo día repitiendo: “pónganse a la derecha”, “los metales por aquí”, “no señor, los electrodomésticos no van con la madera”, “la ropa es en aquel contenedor, pero está lleno hace días”, etc.

Mientras espero turno para depositar mis ya inútiles cacharros, deduzco que al estar más tiempo en casa, reparar, ordenar y cambiar son algunos de los verbos que en estas circunstancias  nos ayudan a defendernos del tedio, la resignación y la inquietud que nos provoca pensar en un futuro que empieza a no gustarnos nada.

Y observando la transformación en los rostros de mis vecinos al terminar su misión de limpieza, rostros que pasan del hastío al alivio con la misma velocidad con la que los sobrantes urbanos se estrellan al fondo de los contenedores,  pienso que aunque no creamos (en Dios), la educación católica recibida en estas latitudes persiste en nuestros fondos de armario y aflora en cualquier descuido. Y así, la visita al Punto Limpio se me antoja casi como una experiencia religiosa, como la sensación de desahogo de quien se confiesa: dejando sus pecados en los oídos del cura y marchándose, ligero como una pluma, igual que nuestros coches, ya de vuelta a casa vaciados de basura. Como el pecador redimido, que no se preguntará más por sus faltas, así huimos  nosotros del Punto Limpio: sin bultos, sin peso, sin saber, ni querer saber, a dónde irán a parar tantas televisiones, teclados, cables, sillas, carritos de bebés, lámparas, tablas de planchar, plantas resecas, uniformes de colegio, zapatillas viejas….. ¿habrá sitio en el planeta para tanta mierda?

Datos actualizados a 5 de octubre (18.30 hora peninsular española)

Diagnosticados

Muertos

Mundo

35.276.159

1.038.446

Europa

5.759.866

234.565

España*

813.412

32.225

* El dato de España sólo incluye los confirmados por PCR. Los datos de infectados son cifras acumuladas e incluyen a las personas curadas.

Fuente: ElPaís, 6 de octubre 2020